Cuerpos de pandemia. Cuerpos confinados, desterrados, amenazados.
Cuerpos llevados al límite de su exposición en el encierro. La exposición de su
propio diseño de la locura, repitiendo rutinas que marcan en su dinámica la
posibilidad de extrapolar ese monótono juego en la promesa de un paraíso de
confort artificial, en el que cualquier decisión aleatoria deja de tener lugar
y sentido.
El sistema toma desde adentro. Atenaza la propia fuerza vital y todo
constituye amenaza. La amenaza como generador constitutivo. La repetición como
sucedáneo del deseo. La cristalización como escudo contra el miedo. El miedo
como destino. El anfibio que salió del agua vuelve como androide a lo líquido
de una realidad virtual, en la que ya no hay cuerpo sino una holografía que
intercambia datos, filtrados de toda imperfección, que en alguna parte, en
algún otro tiempo, se dijo "humano". Fin del "proyecto
humano" , cuyo sucedáneo queda plasmado sobre el que antes fue ahí del
ser, irrepetible, autónomo.
La abstracción se hace cargo de la realidad y lo individual se coagula
en un algoritmo. No hay ruptura por donde se cuele lo inesperado, lo libre, lo
absurdo, todo muere de ¨coherencia¨.
Básicamente quiero decir que no
desconozco que hay niveles ontológicos que se irradian e interconectan y que
esas relaciones son una conjunción de realidad, utopía y poder, relaciones intrincadas
y complejas. Y que el hecho de la defensa de la Libertad debe sostenerse en un
contexto sano de respeto a las diferencias, en un ambiente de ecuanimidad,
cosas que hoy y ahora quedan en un horizonte lejano, de modo que toda
idealización de valores puede leerse como una pelotudez pequeño burguesa.
Por otra parte el sistema coerciona y
parece adaptarse a una operatoria global que actúa sobre una base de
desigualdad. Y que, por tanto, ni a nivel subjetivo ni socioeconómico ni
antropológico, estamos viviendo la misma realidad. La globalización del Covid 19
materializa modos de coerción, obscenamente palpables frente a los más
vulnerables.
Lía Ferenese
Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes
Platónicos
Ilustración: Irupé Roch