miércoles, 17 de junio de 2020

Reverberando



No es la piel del lagarto prehistórico que se desliza serena y apenas trémula, centellas entre el silencio y un céfiro del mediodía. Tampoco es la superficie movediza con su profundidad breve, iluminada por el día abierto que no festeja una concesión burocrática. No es el manto, aunque lo parezca, de un fantasma vegetal y líquido buscando no volver a ser el mismo en su devenir verde musgo, tal vez un tanto esmeralda. Es el río libre y eterno recorriendo su extenso albedrío, vivo desde el principio de los tiempos, visto en cierto y limitado contexto de ¨Libertad¨, nótense las comillas.

Hay que soportar con entereza la terminología y/o fraseología covídica. Si hay algo que me produce  una desconfianza atávica, ese algo más bien agrio que rechina entre mis oídos, incluso entre mis dedos, es aquel momento en el que me enuncian o garabatean o enuncio y yo mismo escribo la palabra ¨permiso¨, sobre todo si es compañera de la indignación, esa que pispea a quienes lo dictaminan, sujetos abrazando y besando a semejantes igual de descuidados, todos sin tapujos ni barbijos.

 Hay, por si fuera poco, otro tipo de ruido cada vez más sonoro, que no solo hace eco en las encuestas sino también en el inmenso humor colectivo. Un rumor que crece a cada minuto, hora, día, semana, mes, tiempo que como el río lento se nos va y no vuelve, pero que guardaremos para siempre, que no quepa ninguna duda, entre nuestros primeros recuerdos.


                                                                        Video y texto: Nicolás García Sáez