El
aire puro comienza a dudar de su propia existencia, se oxigena a sí mismo,
espera recibir una orden que dictamine
sobre a quienes podrá oxigenar. No será el azar quien lo determine, ni la naturaleza misma como
extensión corpórea del Dios Spinoziano.
Aun así, el aire se filtra disfrazado en
el encierro que confina, ese espacio que varía en tamaño, números y colores,
pero que solo permite expresarse por medio de la paleta neutra del blanco o el negro, no resiste otra
gama en ninguna intensidad posible, es tiempo de urgencias y dudar produce mayor ansiedad.
El tamiz selectivo de legos que encajen en la maqueta se ordenan en un
lineamiento pedagógico, cuyo eje opera bajo el lema que se escucha en pocas versiones y un solo idioma. No sabemos. Adormecidos en el cansancio del hambre, se distrae la
mirada para conformar con la idea que lo más salvaje y bestial pasa en el otro
mundo, allá, arriba, a los extremos, en otras partes, donde la brújula enloqueció, donde los discursos, eso no lo dicen, comienzan a tambalear, donde la propaganda ya
no está funcionando, donde, en definitiva, somos ausencias que miramos...
Las
licitaciones por un mundo mejor y más justo son demasiadas, la gran mayoría
quedan en el camino. El concurso está en juego y la sede se debate en la
temporalidad de la incógnita. Es insoslayable que la lógica y la retórica no vayan de la mano. ¿Es fácil persuadir al
que solo escucha los ruidos del estómago? Nadie desea morir de hambre, a esta altura parece
que solo es cuestión de números.
Mientras
tanto, firmes los sentimientos y creencias que aferren a la ideología que los atraviesa y comienza a interpelarlos, identidades consistentes de retazos ajenos apelan a la fuerza de voluntad para taponar
lo discontinuo, deben seguir funcionales
al partido que se juegue, aunque el resultado ya esté acordado a priori. El
fraude siempre quedará del otro lado.
La tierra fértil de la crisis está colmada de
paradojas, no son ajenas a ese otro único espacio, el que
confina y también interpela y te hace interpelar, que permite, con la mayor
arrogancia y atrevimiento, la posibilidad
de la fuga. Siempre bienvenido el
pensamiento, hay que subsistir.
El espíritu convulsionado de imposiciones
binarias no puede detenerse. El caudal tenebroso del miedo, cual discurso
moralista, atenta en los cuerpos reducidos en su determinación material y espacial. Si resisten la compulsa de
la inmunidad serán terrenos sagrados para la experimentación. Organizados en el
engranaje del mercado, anónimos digitales de lo virtual. Incesante seducción
para ser condenados, bajo la sofisticación sutil y eficaz en la producción de
una imposibilidad: desertar. No obstante, gracias a esa alteridad ambigua del
lenguaje, no hay garantía en este punto, lo convencional y complaciente
tropieza con su propia voz incongruente. Germen del pensamiento crítico con eco
universal, cuando la sumisión comienza a
oler a somnolencia suicida.
Resiste en las ondulaciones infinitas del tiempo la lucidez que ilumina otras gamas, colores primarios en transformaciones y desplazamientos que van
plasmando otros escenarios, curiosa búsqueda, van resurgiendo las voces que claman en la circularidad, que se apartan de ella, que no repiten cierta Historia. Advertir la tenue
intensidad de la diferencia señala los
atajos que mueve a la insolencia indomesticable.
Silvia Chaher
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Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos
Pintura:
Nicolás García Sáez