“Nadie sabe quién es hasta no haber sido vaca”
Proverbio indio siglo XXI (A.C. para nosotros, ellos
no lo toman en cuenta, son indios.)
Bustos, entre tantas curiosidades, dedicó gran parte
de su vida al estudio de las ubres y eso despertó la envidia de ciertos
sectores que jamás conocieron otra ubre que la materna por haberse dedicado a
hacer dinero. Podrán haber manoseado, succionado, mordido, lastimado y hasta
pagado por tener a su arbitrio objetos de un placer circunstancial, pero ¿haberles
dado el sacro lugar de amados sujetos a veneración y agradecimiento eternos?, ¡jamás!...
Eso, sólo Bustos. La cantidad de testimonios ofrecidos por compañeras de
placeres y ensueños de nuestro bienquerido
-a estas alturas, creo que lo es para todos lectoras
y lectores de esta página-, es tal, que ocuparía gran parte de la cantidad de
folios a dedicarle.
De su lectura, hombres y mujeres de diferentes tendencias
aprenderían mucho. Lo más notable son las variables que Bustos propone para
conocer –teoría y práctica- y lograr la total complicidad e identificación con los
pechos femeninos.
De su libro “Dos en el sube y baja”, el autor de
este libelo ha extraído una serie de preguntas que Bustos contesta una a una
con pasmosa y comprobable certidumbre.
¿Qué es un pecho? (Pasado, presente y futuro del
pecho en relación con la pituitaria)
¿Cómo se observa un pecho, o dos?
¿Una mano es suficiente?
¿Cuál primero?, ¿el derecho o el izquierdo? (Cómo
intuir. Ley de La Báscula)
¿Se apura demasiado en llevarse a la boca su alma
antes de darle el nombre correcto? (Debería pensar en cómo agradecer este
cartel de Ceda el Paso)
¿Qué virtuosismos pueden tener lugar entre pecho y
pecho, más allá de amamantamiento? (Es inevitable que en este capítulo la
imaginación se desate arbitrariamente. Dejémosla a su arbitrio.)
¿Cómo sabe un hombre que un pecho se le está
ofreciendo sin condiciones?
¿Cómo lo sabe una mujer? (Notar el pensamiento
evolucionado de Bustos)
¿Cómo le gusta el pecho a usted? (Aquí coexisten
todas las variables y estadísticas llevadas adelante por Bustos y las decenas
de dibujos tomados del natural, ya que Bustos eludía las tomas fotográficas)
¿Sabe cuánto y cómo succionar deleitando? (Para
lograr pezones como meñiques, con módico y placentero dolor)
¿Usted sabe cómo…? ¿Le cuento…? (Compendio completo
de cómo hablar, mirar, acariciar,
recorrer, lamer, chupar, morder, ganarse el favor y optimizar pechos ajenos
hasta que sus propietarias se los donen en agradecimiento al buen trato y uso
que de ellos usted ha hecho, sea hombre o mujer) (Notar el pensamiento
evolucionado de Bustos)
¿Es el pezón una antena receptora del hambre de todo
tipo?
¿Pacer, o no pacer? (Importancia de la hierba en el
proceso del desarrollo y sensibilidad del pezón?
¿Por qué la vaca no muestra sus ubres al toro y sin
embargo él las ve?
¿Con qué palabras un pecho se abre y /o se cierra?
(la importancia climatológica en relación a las Isobaras y las Isoyetas)
¿Qué hacer cuando ella cuida más a un pecho que al
otro? (Cómo hacérselo notar y obrar en consecuencia festejando al menos
favorecido. Leyes de Compasión, Piedad y
Ternura. Infalibles)
¿Qué tiene de malo tomarse las cosas a pecho si el
pecho se creó para ser tomado?
¿A usted le agrada la palabra teta? (Para Bustos era
la palabra madre de todas las palabras. “El inventor del hoy mundialmente
practicado juego del Ta-te-ti, fue Albert Charlotte Bustós en una trinchera
francesa en el Marne, 1916”, según Claude Benignón, corresponsal de ¡Alléz, les
enfants!, Mensuario franco-letrante, de distribución gratuita en todo el frente
de batalla)
“El Danubio azul” fue compuesto a pedido de las
ubres de la cortesana Astrid Von Wullich. ¿A pedido de qué otras ubres fue
escrita “La Vía Láctea y yo”, del mismo autor?
NOTA DEL AUTOR (extensísima): éstas y cientos de preguntas más, con sus correspondientes respuestas harían las delicias de los adictos a Bustos y a los pechos -el gran invento de Dios, según Él mismo-, pero, lamentablemente, el libro, con sus dibujos y explicaciones no se encuentra en ningún lado, tras la desaparición de la fragata “Fussilli” en aguas del Pacífico Sur. Bustos pretendía hacer el envío de la edición completa a una tribu originaria de Oceanía, para cambiar malos por buenos hábitos de trato en esa zona (la de los pechos en esa zona de Oceanía), cuyas mujeres hacían “jueguito” con sus glándulas mamarias (taco, rodilla y empeine) de tan estirados que los tenían, y no crean que por la gravedad de la Ley -que en esas tierras se ensaña como en ninguna otra con la mayor creación teológica-, sino por practicidad; a saber: dado que sus hombres vivían (hasta los albores del siglo XX), acostados y mirando el cielo para adivinar lluvias posibles que nunca caían (única tarea que se atribuyeron a sí mismos por ser hombres-además de la de escupir para arriba cada tanto para evitar derrames cerebrales-, y como siempre andaban pidiendo algo que mascar, ellas se acercaban -las más jóvenes en cuclillas y las más veteranas hasta en puntas de pié- para prestarles sus deleites. Mal hecho. Un pecho infravalorado es como oro en manos de un (no se me ocurre qué), imaginen ustedes. A corregir ese mal envió una edición de 800 libros traducidos a cuatro idiomas, alguno colaría, pero no pudo ser, y hoy, en pleno siglo 21, la jefa madre de la tribu tetamahorí, tiene un pezón derecho de 82 centímetros (la altura media de la tribu es de 1.22 metros, figúrense), y el mundo sigue andando.
Desde Madrid, vigesimotercera entrega . Texto y ficción (inéditos): Miguel Ángel Solá
Collage (fragmentos inéditos, a
sus 8 años): Nicolás García Sáez
Especial para Los Verdes
Platónicos y Los Verdes Paralelos