Ayer fue un día
especial en el cementerio, muy distinto a otros. Eran alrededor de las 16:30, cerca del cierre, que es a las 17 hs,
y todavía estaba lleno de gente, quizás por el feriado, día de sol, parecía
verano, el primer calor oficial del año.
Se escuchaba una mezcla
de sonidos, al menos dos familias pusieron cumbia a un volumen
considerablemente alto. Hablaban casi a los gritos, como quien está en una
fiesta y ha bebido de más. En un momento sonaba una cumbia del feliz cumpleaños
y una de las familias cantaba a coro. No estábamos muy cerca, pero si en el
mismo sector, cinco o siete tumbas más adelante (sección 4, entrando por Jorge
Newbery). Las otras familias estaban más tranquilas, pero se respiraba un aire
distinto, de reunión, como de fiesta.
“Que kilombo, no?”, le
dije a mi hijita. Imaginé que se hubiera reído, o que lo hubiera dicho ella,
quizás. La imaginé corriendo entre las tumbas, con los niños de otras familias.
Si no se hubiera ido y visitáramos a otra persona. Desde que se murió mi hija
voy muy seguido a Chacarita. Al principio todos los días, después casi todos
los días. Al poco tiempo tuve que mudarme y ya no vivo cerca. Me mudé a
provincia, Villa Martelli. Tampoco es tan lejos, pero cuesta más ir. Sin
embargo voy todos los viernes que puedo. A veces también lunes o domigos, el
“dia de la familia”. Con mis viejos (que tampoco están más en este plano) y mi
hermano, el domingo al mediodía nos juntábamos para almorzar ravioles con tuco,
si o si, no se podía faltar.
Cuando voy los domingos
y veo las familias haciendo picnic en las plazas de los alrededores, pienso en
eso del “día familiar”. Nunca me imaginé que iba a ir tan seguido al
cementerio. Nos saludamos con los cuidadores y los guardias. Ya no me revisan
el bolso y me reciben con una sonrisa. Un par de veces les lloré para poder
entrar, porque había llegado tarde; me dejaron, pase señora, pase. El papá de
Nur va casi todos los días y cuando, por algún motivo, se ausenta de la ciudad,
me pide que vaya más seguido.
Una vez lo encontré a
su tío leyéndole uno de sus libros preferidos: “Alicia en el país de las
maravillas”, fue uno de los últimos que le leímos en su corta vida. También, en
esos últimos días, terminamos la saga de Pilar. “La historia sin fin” quedó sin
terminar, esa se la leía su papá. Pero vimos la peli juntas, eso si.
Me da paz ir ahí. Yo
soy la encargada de las flores, me nace eso. A Nur le encantaban las flores y
las plantas en general, les inventaba canciones, las acariciaba. También le
gustaba arrancarlas y hacer pociones.
Algunos días Emanuel me vende las flores en la esquina, siempre me regala un clavel o me hace algún descuento. Le pido que tengan muchos colores, sobre todo sus preferidos: rosa, fucsia, lila, violeta y amarillo también, como los colores de los mosaicos que le pusimos a su tumba. La chica que vende los días que no va Emanuel, ya sabe las que me gustan.
Texto y foto
(inéditos): Julieta Brotsky*
*Cantante de las bandas Entre Ríos, Giradioses, Ondas Martenot y Julieta y los Espíritus. Instructora de tai chi chuan y profesora de canto, trabaja también con el músico Lucas Marti, entre otros.
Especial para el taller
de edición
Especial para Los
Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos