miércoles, 22 de octubre de 2025

Ovario

La microfotografía muestra un sector de un ovario, en el que se destaca un folículo ovárico secundario o cavitado o antral; a su derecha se ubican varios pequeños folículos primordiales, uno de los cuales aparece señalado como [5]. En la imagen se pueden ver centenares de células de diferentes tipos, formas y tamaños; entre ellas se destaca un ovocito [1] en el interior del folículo. Su gran tamaño y sus características estructurales, lo asemejan a la idea que suele tenerse de cómo es una célula, pero este aspecto de “huevo duro” no es lo habitual. Sus límites celulares están bien definidos por la presencia de una banda rosada, denominada zona pellucida, que no es la membrana plasmática (con este tipo de microscopio no se pueden visualizar las membranas) sino una acumulación proteica extracelular, que va a permitir la fecundación por no más de un solo espermatozoide de la misma especie; esto ocurre en los ovocitos (óvulos) de todos los animales. Por dentro de la zona pellucida se ve el citoplasma pálido y artificialmente granulado del ovocito, con el núcleo celular en el centro del mismo. Al ovocito lo envuelve la corona radiata, que es una capa de cuatro o cinco células, llamadas de la granulosa, que seguirá protegiendo al ovocito aún después de la ovulación. Los espermatozoides deberán separar estas células para poder penetrar hasta la zona pellucida y fecundar a la gameta femenina.

Nótese que las células de la granulosa forman una especie de pedículo o pedestal denominado cúmulo oóforo, que adhiere el conjunto a otra capa de células de la granulosa [3] que rodean a una cavidad o antro folicular [2], el cual contiene un líquido que, en el momento de la ovulación, será expulsado desde el ovario hasta la trompa uterina; en él, estará suspendido el ovocito, rodeado por la corona radiata, ya que en ese momento se desintegra el cúmulo oóforo.

Por fuera de la capa de células granulosas que rodean al antro, existe una estructura llamada teca interna [4], formada por células algo más grandes, de citoplasma pálido: las células tecales. La acción conjunta de las células de la granulosa, junto con las tecales, resulta fundamental para la fisiología femenina, ya que su estimulación, por parte de las hormonas FSH y LH de la glándula hipófisis, determina la producción de las hormonas esteroides femeninas: estrógeno y progesterona. En la etapa preovulatoria, la principal secreción es de estrógenos. Previo a la ovulación, el folículo secundario crece notablemente, pudiendo alcanzar un tamaño de hasta dos centímetros. A este tipo de folículo antral maduro, se lo suele denominar folículo de De Graaf. Luego de la ovulación, el folículo se colapsa y tanto sus células granulosas como las de la teca se transforman y forman el cuerpo lúteo o amarillo, encargado de secretar principalmente la hormona progesterona, característica de la última etapa del ciclo menstrual y de los primeros meses del embarazo.

 

Texto e imagen de microscopio (inéditos): Doctor Roberto Ponzio

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