La microfotografía
muestra un sector de un ovario, en el que se destaca un folículo ovárico secundario
o cavitado o antral; a su derecha se ubican varios pequeños folículos
primordiales, uno de los cuales aparece señalado como [5]. En la imagen se
pueden ver centenares de células de diferentes tipos, formas y tamaños; entre ellas
se destaca un ovocito [1] en el interior del folículo. Su gran tamaño y sus
características estructurales, lo asemejan a la idea que suele tenerse de cómo
es una célula, pero este aspecto de “huevo duro” no es lo habitual. Sus límites
celulares están
bien definidos por la presencia de una banda rosada, denominada zona pellucida,
que no es la membrana plasmática (con este tipo de microscopio no se pueden
visualizar las membranas) sino una acumulación proteica extracelular, que va a
permitir la fecundación por no más de un solo espermatozoide de la misma especie;
esto ocurre en los ovocitos (óvulos) de todos los animales. Por dentro de la
zona pellucida se ve el citoplasma pálido y artificialmente granulado del
ovocito, con el núcleo celular en el centro del mismo. Al ovocito lo envuelve
la corona radiata, que es una capa de cuatro o cinco células, llamadas de la granulosa, que seguirá protegiendo
al ovocito aún después de la ovulación. Los espermatozoides deberán separar
estas células para poder penetrar hasta la zona pellucida y fecundar a la
gameta femenina.
Nótese que las células
de la granulosa forman una especie de pedículo o pedestal denominado cúmulo
oóforo, que adhiere el conjunto a otra capa de células de la granulosa [3] que
rodean a una cavidad o antro folicular [2], el cual contiene un líquido que, en
el momento de la ovulación, será expulsado desde el ovario hasta la trompa
uterina; en él, estará suspendido el ovocito, rodeado por la corona radiata, ya
que en ese momento se desintegra el cúmulo oóforo.
Por fuera de la capa de
células granulosas que rodean al antro, existe una estructura llamada teca interna
[4], formada por células algo más grandes, de citoplasma pálido: las células
tecales. La acción conjunta de las células de la granulosa, junto con las
tecales, resulta fundamental para la fisiología femenina, ya que su
estimulación, por parte de las hormonas FSH y LH de la glándula hipófisis,
determina la producción de las hormonas esteroides femeninas: estrógeno y progesterona.
En la etapa preovulatoria, la principal secreción es de estrógenos. Previo a la
ovulación, el folículo secundario crece notablemente, pudiendo alcanzar un
tamaño de hasta dos centímetros. A este tipo de folículo antral maduro, se lo
suele denominar folículo de De Graaf. Luego de la ovulación, el folículo se
colapsa y tanto sus células granulosas como las de la teca se transforman y
forman el cuerpo lúteo o amarillo, encargado de secretar principalmente la hormona
progesterona, característica de la última etapa del ciclo menstrual y de los
primeros meses del embarazo.
Texto e imagen de microscopio (inéditos): Doctor
Roberto Ponzio
Especial para el taller de edición
Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes
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